Cumbre de La Haya

El cambio climático: la asignatura pendiente

Ana Belén Garrido Sendín, María Jesús Ortiz Moreiro y Cristina Vallejo Valdivieso.
Madrid, España.

Published January 2001.

Sin restricciones. España, no sólo no vio reducida su cuota de emisión de gases causantes del efecto invernadero, sino que podrá aumentar el 15% de dichas emisiones respecto a los niveles de 1990. Todo ello, a pesar de ser el país de la UE que ha experimentado un mayor incremento en la última década, que asciende al 19’4%. Las negociaciones continuarán en 2001 para intentar fijar las normas de aplicación del protocolo de Kioto, objetivo fundamental e incumplido de la VI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas Sobre Cambio Climático celebrada en La Haya. Este aplazamiento de seis meses se convirtió, de hecho, en el tema central del V Congreso Nacional de Medio Ambiente celebrado a finales de noviembre en Madrid, donde el ministerio español de Medio Ambiente ratificó el fracaso de la cumbre a causa de las discrepancias entre los europeos, la resistencia estadounidense y el presidente de la convención, Jan Pronk. Los movimientos sociales y ecologistas siguen expresando su descontento y pesimismo, que se hizo gráfico en el tartazo lanzado por una activista al delegado de EE.UU. durante una conferencia de prensa.

Los científicos del panel internacional predicen que en los próximos cien años la temperatura media de la tierra subirá entre 1’5 y 6 grados centígrados, lo que supone un agravamiento de sus previsiones que, en 1992, se quedaban entre 1 y 3’5 grados. Estos efectos se dejarán notar sobre todo en el sur de Europa, especialmente la zona meridional. En el sur de España, por otro lado, dentro de 20 años los veranos calientes serán hasta cinco veces más frecuentes de lo que lo son ahora, se agravarán los fenómenos catalogados de extremos, por ejemplo inundaciones y fuertes tormentas, y los incendios forestales verán incrementado su número. Así mismo, todos estos cambios revertirán en la fauna y la biodiversidad.

A partir de esto, la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro significó el inicio de las negociaciones mantenidas por 186 países que se han reunido seis veces desde 1995 en las Conferencias de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP). La más célebre fue la de Kioto, origen de la tensión actual, en la que se aprobó el protocolo que obliga a los países desarrollados a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 5’2% en el periodo 2008 – 2012 respecto a 1990. Este documento no será vinculante hasta que sea ratificado por un 55% de los países desarrollados cuyas emisiones sumen el 55% del total. Hasta ahora lo han firmado 84 países – ninguno de ellos del grupo de los desarrollados -, haciéndose obligatorio para 39, y prevé el siguiente reparto para la reducción de emisiones: un 8% para la UE, un 7% para EE.UU., un 6% para Japón y Rusia sólo aceptó congelar sus emisiones a los niveles de 1990.

Propuestas para la cumbre

En las semanas previas a la celebración de la Conferencia de La Haya, el consejo de ministros de Medio Ambiente de la UE preparó su posición, basada en su apoyo al desarrollo del programa europeo sobre el cambio climático (PECC) y su conformidad con que deben adoptarse medidas prioritarias en los sectores del transporte, la industria, la agricultura y la energía.

Los datos que maneja la comisión europea señalan al primero de ellos como el principal factor de aumento de las emisiones contaminantes en Europa, un 32% en el año 2001 si no se toman nuevas medidas. La industria, en cambio, registraría una educación del 14% en el mismo periodo. “La agricultura reducirá el 18% y el sector de producción energética recortaría sus niveles en un 6%.

En vista de ellos, el consejo consideró como medidas claves las siguientes: la reducción de las emisiones de CO2 que proceden de los vehículos, sobre todo en vehículos industriales ligeros; la reducción de las emisiones de todos los gases de efecto invernadero (GEI), que tienen su origen en el aire acondicionado de los vehículos; limitación, así mismo, de las emisiones de GEI que provienen del transporte aéreo y el fomento de la red ferroviaria, así como el transporte combinado e intermodal. Es también necesario rebajar estos índices en la producción de energía eléctrica y calorífica, fomentar la producción de energía eléctrica y calor y realizar esfuerzos de eficiencia energética en los equipos, aparatos y procesos industriales.

Por su parte, España, que actúa en el marco común de la UE, prepara para 2001 una estrategia nacional del clima en la que, si bien se ve un tímido avance en las energías renovables como medida de fortalecimiento del transporte por ferrocarril y en vertederos, se niega rotundamente a considerar la energía nuclear como alternativa para la reducción de emisiones. Francia y el Reino Unido creen que no debe descartarse del todo el uso de este tipo de energía, mientras que Canadá sugirió que se incluyera como mecanismo de desarrollo limpio.

El protocolo de Kioto no prevé recurrir a la energía nuclear para recortar emisiones porque, aunque por un lado se la puede considerar como una tecnología limpia en cuanto a la producción de gases de efecto invernadero, comporta otro tipo de riesgo para el Medio Ambiente como el de los residuos. Sin embargo, esta industria intentó en La Haya encontrar apoyo en su desarrollo bajo estos argumentos y recordando a su vez la crisis petrolera.

Las organizaciones ecologistas consideraron que los impactos generados por la industria nuclear son inadmisibles y, por tanto, no constituye una alternativa ni social ni ambientalmente aceptable. Además del riesgo de accidentes y de la proliferación nuclear, las centrales generan prácticamente la totalidad de los residuos radiactivos.

Ecologistas en Acción propone que los gastos que se destinarían a la energía nuclear sean invertidos en el desarrollo de medidas de ahorro y eficiencia energética, cuyo resultado sería una reducción de emisiones de CO2 hasta siete veces mayor. En esa misma línea se encontraba Izquierda Unida, para quien es algo imprescindible el cierre de las centrales dado su alto índice de peligrosidad.

Volviendo al posicionamiento español ante la Cumbre de La Haya, el ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, se reunió con los consejeros de su área de cada Comunidad Autónoma, con los que definió la postura española ante la cumbre: por un lado, apuesta por la negociación abierta y flexible, necesaria para ratificar el protocolo de Kioto, y, por otro, respecto al principio de equidad, con el fin de que los países desarrollados encabecen los mecanismos de lucha y se cultiven fórmulas para que las naciones en vías de desarrollo se puedan incorporar. Algunos de estos delegados explican que se ha mejorado la coordinación, pero reconocen que es necesario un plan nacional cuanto antes.

La delegación Española es, cuando menos, numerosa (16 personas). La presidencia comunitaria, que corresponde a España en el primer semestre de 2002, ha hecho acuciante la necesidad de poner en marcha un equipo técnico eficaz que se desenvuelva con soltura en las difíciles negociaciones internacionales del clima. Esto contrasta con la falta de actuación en el ámbito interno.

Discrepancias

El curso de las conversaciones fue complicándose por las interrelaciones habidas entre cuestiones técnicas y políticas de desigual concreción para cada país. Entre los principales puntos conflictivos, podemos situar los siguientes:


1-.Los mecanismos de flexibilidad. En Kioto se establecieron tres mecanismos en apoyo a la reducción de las emisiones en otros países, a saber: el mecanismo para un desarrollo limpio, la aplicación conjunta y el comercio de los derechos de emisión, que los países desarrollados pueden utilizar para reducir los costes que supone la consecución de sus metas nacionales en materia de emisiones. Al recaer en la reunión de La Haya la responsabilidad de decidir acerca de las funciones de las diversas instituciones y elaborar las normas de recuento para la atribución de créditos, aumenta correlativamente el riesgo de discrepancias entre las distintas naciones participantes.

Estos mecanismos de flexibilidad, en opinión de Greenpeace, aunque al principio fueron pensados para hacer más fácil a los países cumplir con sus respectivos objetivos, corren el riesgo de convertirse en trampas en los auténticos agujeros por los que países contaminantes pretendan escaparse sin hacer nada para reducir su contribución real al problema.

Por su parte, los países en vías de desarrollo parten de la base de que el problema corresponde a sus principales causantes: los países desarrollados, de que el protocolo no es obligatorio para ellos y de sus aspiraciones legítimas al desarrollo económico e industrial. Sin embargo, ven en el comercio de títulos de emisiones una oportunidad de negocio, como también lo es la transferencia de tecnologías limpias de generación de energía de países desarrollados a cambio de entregar el ahorro teórico en emisiones contaminantes.

La UE ha venido defendiendo que el esfuerzo de emitir menos debe hacerse primero en casa, pero EE.UU. se negó hasta el final a consentir limitación alguna de los mecanismos.

– Mecanismos para un desarrollo limpio (MDL). Promoverá el desarrollo sostenible al fomentar las inversiones de gobierno y de empresas privadas en proyectos de países en desarrollo.

Una de las cuestiones candentes durante el desarrollo de la conferencia fue la determinación de si este mecanismo debería autorizarse solamente para proyectos relacionados con la reducción de emisiones, o también en el caso de proyectos de reforestación y otros sumideros que absorben dióxido de carbono.

Los mayores obstáculos se encontraron en el establecimiento de los límites al uso de los mecanismos de flexibilidad ya que EEUU no quiere oír hablar de ‘techos’, mientras que la UE reclama que el esfuerzo doméstico represente, al menos, el 50% de la reducción de emisiones.

Así mismo, hay diferencias a la hora de establecer qué proyectos podrían ser susceptibles de inclusión en los mecanismos de desarrollo limpio que permiten a los países desarrollados transferir proyectos energéticos a aquellos en vías de desarrollo y deducir de su cuenta de emisiones que lo ha transferido.

El objetivo de las organizaciones ecologistas es que se apruebe una “lista positiva exclusiva” que determine los proyectos que podrán acogerse al MDL: fuentes de energía renovables y tecnologías de gestión de demanda (electrodomésticos y equipos industriales eficientes basados en la mejor tecnología disponible ambientalmente). Sin embargo, los ecologistas se han percatado de que existen fuertes presiones por parte de grupos de empresas occidentales para que en el MDL se incluyan cosas muy distintas: centrales térmicas de carbón, centrales nucleares o, incluso, los sumideros.

A este respecto, el ministro español de Medio Ambiente anunció la puesta en funcionamiento de la Oficina de Cambio Climático en el primer trimestre de 2001. El proyecto tiene aún contornos difusos, sobre todo en cuanto a los recursos materiales y financieros de que será dotado, así como su capacidad de control de las actividades y políticas que evalúe, pero Matas consideró que sus creación es un asunto urgente si se quiere implicar al sector privado en este esfuerzo de reducción de las emisiones de los gases de efecto invernadero.

– Aplicación conjunta. Esta modalidad, al igual que la anterior, ofrecería créditos para contribuir a proyectos en otros países. Sin embargo, los proyectos ejecutados con dicho mecanismo sólo pueden basarse en las inversiones en países desarrollados, incluidos muchos de la Europa central y oriental y la antigua Unión Soviética.. En cambio, a diferencia de los MDL, todos los que participan en acuerdos de aplicación conjunta deberán haber establecido su propia meta en Kioto.

Según Ecologistas en Acción, un esfuerzo de reducción de emisiones en cada país de la UE potenciará enormemente el desarrollo de tecnologías eficientes porque las hará rentables en un corto margen de tiempo, poniendo las condiciones para que los países en desarrollo puedan beneficiarse de una transferencia tecnológica de primer nivel de forma que no les lleguen tecnologías convencionales que no cumplen los criterios medioambientales, como previsiblemente ocurrirá con un mal acuerdo sobre la ejecución conjunta. Aunque había un consenso no suficientemente explicitado para la exclusión de la energía nuclear al respecto del segundo.

– Régimen de comercio de emisiones. Este mecanismo permitiría a los países con excedentes de emisiones venderlas a aquellos deficitarios de ellas. Una cuestión fundamental es la preocupación de que algunos países puedan atender a sus metas con un mínimo esfuerzo y luego vender grandes cantidades de créditos de emisiones (fenómeno conocido como “aire caliente”) a otros. Esto podría reducir los incentivos para que algunos países industrializados procedan a reducciones internas y cambien la tendencia a largo plazo de las pautas de sus propias emisiones.

EE.UU. es el principal defensor del comercio global de títulos de emisión de gases de efecto invernadero, una especie de bolsa mundial que funcionaría plenamente en 2010, y para la cual asegura que ya ha obtenido el apoyo de catorce países de América Latina, a los que compraría este derecho a ensuciar el aire. Sin embargo, la UYE sólo acepta el sistema a escala regional, es decir, que España, que tiene derecho a incrementar sus emisiones en un 15% respecto al nivel de 1990, puede vender una parte a Luxemburgo que está obligado a reducir un 28%.

Mediante este sistema, pero sobre todo a través del esfuerzo propio, la UE espera alcanzar su objetivo de recortar el 8% los gases entre 2008 y 2012.

En la Conferencia de La Haya se decidiría el establecimiento de límites a este comercio y se vería qué responsabilidades se impondrían a compradores y vendedores para asegurar que se lograran reducciones de emisiones reales.

2-. Sumideros. La noción de sumideros o LULUCF, abreviatura inglesa que une los conceptos de “land use” (uso de la tierra), “land use change” (cambios en el uso de la tierra) y “forestry” (silvicultura), introduce la cuestión, compleja técnica y políticamente, del volumen de créditos que pueden recibir los países en relación con sus metas en materia de emisiones, para promover actividades tales como la reforestación o el cese de la reforestación, que refuerce los sumideros de carbono.

La vegetación nueva y en estado de crecimiento se considera sumidero en la medida en que absorbe el carbono del aire, reduciendo así las emisiones netas del país (total de emisiones menos el volumen absorbido). En la mayoría de los países desarrollados, en definitiva, la tierra y los bosques actúan como sumideros. Sin embargo, en muchos países del mundo la deforestación y los cambios en el uso de la tierra liberan grandes cantidades de CO2 en la atmósfera.

Para algunos países, la plantación de nuevos bosques resultaría menos costoso que la reducción de las emisiones industriales. Como es difícil estimar exactamente cuánto carbono absorbe un árbol o bosque determinado, serán necesarios sistemas de recuento riguroso para fijar las pautas de referencia y medir los cambios. Se deberá también definir claramente qué se considera sumidero, ya que puede ser difícil distinguir entre la absorción natural del carbono por la biosfera y la causada por la actividad humana deliberada o las políticas sobre cambio climático. Sería necesario así mismo, destacar la problemática suscitada a raíz de la concesión o no de créditos por sumideros que no sean bosques, tales como la agricultura y los suelos. Otras cuestiones abarcaron la garantía de que las actividades orientadas al clima no tengan efectos negativos en la diversidad biológica o las condiciones socioeconómicas y que el carbono almacenado por el cual se concede el crédito no se libere más tarde en la atmósfera, por ejemplo durante un incendio forestal.

Sin duda alguna, este fue el punto de desencuentro absoluto entre los negociadores. Así, mientras la UE desconfiaba del plan de EE.UU., éstos se negaron a aceptar la aprobación de la propuesta europea, que comprendía la aprobación de unos reglamentos internos que, a la larga, supusieran la reducción de la emisión de gases. La fórmula norteamericana permitía a los países contabilizar en su saldo de emisiones, activos forestales y cultivos. Pese a las incertidumbres, la UE hizo sus cálculos y comprobó que, con esta fórmula, un país podría reducir hasta un 3% sus emisiones respecto a los compromisos de Kioto. EE.UU., con su propuesta, rebajaría sólo un 4% sus emisiones en 2008 y 2012.

En opinión de Greenpeace, como las plantas absorben CO2 de la atmósfera, los contaminadores pretenden poder seguir quemando combustibles fósiles a cambio de la realización de actividades forestales y agrícolas. Esta ONG se pregunta por las actividades que se incluirán bajo esta denominación de sumidero, si estarán limitadas, cómo se cuantificarán, controlaran y verificarán. Para ello, apunta, habría que tener muy presentes tres hechos:

a) Por cada tonelada de carbono almacenada en árboles y que contabilice bajo el proceso de Kioto, habrá una tonelada extra de combustible fósil que se queme; b) los países industrializados tienen que reducir sus emisiones en unos 700 millones de toneladas de carbono al año para cumplir sus compromisos de Kioto; c) la cantidad total de sumideros disponibles según el informe especial del IPCC sobre el cambio en el uso de la tierra y forestación iguala o excede a esa cantidad de emisiones que se deberían reducir.

Greenpeace concluye que el problema de los sumideros es que dan una excusa muy barata para no reducir las emisiones, contabilizando, en su lugar, el CO2 que en su día la planta absorbió, pero que en cualquier momento se puede volver a escapar (en un incendio forestal, por ejemplo). Además, tiene el muy perverso efecto de incentivar la sustitución de bosques por plantas de crecimiento rápido.

España, por su parte, el país de la UE más afectado por el calentamiento de la tierra y la desertización, todavía está estudiando cómo se contabilizarán los bosques mediterráneos, como reconoció el titular de Medio Ambiente, Jaume Matas, en Bruselas.

3-. Cooperación Norte-Sur. No sólo en manos de los países desarrollados está la solución al problema climático, sino que las naciones en vías de desarrollo pueden contribuir promoviendo el desarrollo sostenible y, de este modo, reducir la intensidad de las emisiones que liberen en el marco de la búsqueda de su crecimiento económico. El flujo de cooperación entre el bloque desarrollado y el subdesarrollado se efectuaría, de materializarse, en apoyo, en fondos y en capacitación de expertos, siendo el primer asunto el más conflictivo.

El borrador de conclusiones, cuya validez será aprobada en la reunión que se celebrará este año, propone dos fondos, ambos bajo el organismo de financiación existente para varios programas medioambientales de Naciones Unidas (GEF). Mientras la UE y EEUU se han venido manifestando a favor de canalizar a través del GEF la ayuda, aunque se abrieran nuevas vías complementarias dentro del mismo, el grupo de las naciones en vías de desarrollo (G-77) insiste en crear organismos alternativos al considerar el GEF extremadamente lento en la gestión y que está en manos de los países desarrollados. Esto podría solucionarse aumentando las ayudas. Además, el documento propone que las potencias desarrolladas financiarían unos 4000 millones de dólares en cuatro años, mientras que la cantidad actual está en torno a 2500 en un plazo igual.

4-. Efectos adversos del cambio climático y de las medidas de respuesta sobre los países vulnerables. La comunidad internacional ha asumido su papel tutelar hacia los menos adelantados, los pequeños estados insulares y otras regiones vulnerables, para que puedan adaptarse a los efectos del cambio climático o de las políticas para la reducción de emisiones. Algunos de estos estados han solicitado, ex profeso, el establecimiento de programas sobre adaptación, desastres relacionados con el clima y actividades de investigación y observación. Otros, por su parte, exhortaban a la adopción de medidas para compensar a los gobiernos de países exportadores de petróleo que puedan resultar afectados por las finales resoluciones en el momento en que se apruebe en su totalidad el documento de Kioto.

5-. Régimen de cumplimiento y sanciones. En aras de la credibilidad, el protocolo de Kioto debería establecer normas para determinar el cumplimiento de las metas trazadas en materia de emisiones. Las cuestión aquí es si se sanciona y cómo a los países que no cumplan sus reducciones de emisiones y la manera en que se aplicará dicha sanción. La UE exigió la especificación de penas de índole disuasoria y efectiva para estos casos, mientras que EE.UU. en sus últimas determinaciones pretendió zanjar el asunto sin penalización alguna y con una muy genérica declaración acerca de los incumplidores. Y en caso de que finalmente se estableciesen las sanciones, éstas no entrarían en vigor hasta 2012.

El fracaso

Un papel negro profundo, con pocas frases en blanco. Así expresó la comunidad ecologista su desencanto tras el fracaso de la cumbre de La Haya. Greenpeace cataloga esta reunión como el epitafio con que los países desarrollados han ‘homenajeado’ a la Madre Tierra. Añadía la ONG que “si los gobiernos continúan actuando de esta manera, los pueblos de los países ricos deberían prepararse para levantar diques desde los que asomarse para ver al resto del mundo sufriendo y hundiéndose debido al cambio climático”.

Pero lo verdaderamente lamentable es el incidente suscitado entre la ministra francesa de Medio Ambiente. Dominique Voynet, y su homólogo británico, John Prescott, al que acusó de macho empedernido. El origen de tan acalorado excurso se debió a la alusión irónica del inglés ante el agotamiento y, a su juicio, falta de solvencia de la ministra.

Voynet argumentó en su defensa que en la cumbre no tomó las decisiones aisladamente, sino que actuó en representación de la UE y con “la aplastante mayoría de mis colegas, que sostuvieron como yo que no podíamos aceptar algo que permitiese a EE.UU., el principal contaminador del planeta, no asumir compromisos serios para reducir sus emisiones”.

Tony Blair apoyó sin duda alguna a su ministro en esta ‘guerra’ dialéctica, pero los conservadores criticaron duramente a Prescott por dificultar las negociaciones futuras, aunque él reafirmó la voluntad de llegar a un acuerdo cuando se reanude, tras el aplazamiento de seis meses, la fracasada Sexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

La atmósfera política queda aún más enrarecida con las declaraciones del subsecretario de asuntos globales estadounidense, Frank Loy, quien se extrañó por la desconfianza europea, añadiendo que “EE.UU. está completamente comprometido en alcanzar acuerdos”, si bien resaltó lo difícil de la labor.

Quizá en un futuro esta cumbre de La Haya sea también considerada como aquella en la que los países desarrollados marginaron claramente a los países en desarrollo, integrados en el G7 más China, en las negociaciones finales. Quede esto resumido en el anuncio del portavoz de estas naciones de irse a dormir aunque los demás ministros siguieran en vela intentando alcanzar un acuerdo.

Por su parte, el borrador diseñado por el presidente de la conferencia Jan Pronk, lejos de favorecer el consenso, pone en peligro lo único que se planteó como negociable: la integridad medioambiental del protocolo de Kioto. Al respecto, países como Francia, Alemania o España, mantuvieron una postura más enérgica que otros como Holanda o el mismo Reino unido. A Pronk le bastó con resumir su impresión sobre la cumbre con un escueto “podría ser mejor”.

En vista del estancamiento de las negociaciones, el Espíritu de Seatle, de las movilizaciones contra la globalización se trasladó a La Haya. Sin duda alguna, el ejemplo más ilustrativo del descontento ecologista quedó patente en el solemne tartazo que recibió Frank Loy en el transcurso de una rueda de prensa. Otras expresiones reivindicativas destacables estuvieron protagonizadas por un activista disfrazado de la Tierra que se clavó un cuchillo y seis adolescentes japoneses que simularon un harakiri en protesta por la apertura de trece centrales nucleares en su país.

Reflejo gráfico de la postura estadounidense fue el grupo que representó la escena de los tres monos que no ven, ni oyen, ni hablan disfrazados de Tío Sam.

Durante dos semanas hemos sido testigos del fracaso de una cumbre que, en vez de dar esperanzas a la humanidad, se convirtió en un mercado de valores donde primó la comercialización sobre lo que está ocasionando el efecto invernadero que lleva a nuestro planeta a un desfiladero. Para poder evitar este suicidio colectivo, era necesario que todos los estados llegasen a un acuerdo en la reducción de emisiones de gases que producen dicho efecto en una cifra mínima de 5’2% antes de 2012, porque más adelante el reloj de la desgracia difícilmente se detendrá y habremos condenado para siempre a la futura generación a su desaparición.


Reflexión sobre las dificultades en la elaboración del trabajo

Hemos elegido este tema para la elaboración del reportaje debido, tanto a la ausencia de una información completa respecto a los antecedentes, desarrollo y consecuencias de la cumbre de La Haya, como a la falta de cobertura apreciada en los medios de comunicación consultados.

Nuestro propósito siempre ha sido el de elaborar la información teniendo en cuenta las distintas partes implicadas, aportando, a su vez, una información estructurada y clara sobre un hecho que, siendo de interés general en la medida en que nos afecta a todos, ha sido tratado con superficialidad y dejadez.

Hemos llegado a dicha conclusión, primeramente, por la profusión de datos que, lejos de beneficiar el conocimiento colectivo acerca del asunto, se ha presentado como gran impedimento para su comprensión, dada la estructura desorganizada a la que han sido sometidos en las informaciones publicadas.

A ello tenemos que añadir también la confusión conceptual al respecto de los periodistas encargados de cubrir la cumbre, puesto que en sus trabajos hemos observado una ausencia total de visión global alguna, limitándose de este modo a parcelas muy concretas e inconexas.

Si bien lo anterior ha dificultado sobremanera nuestra labor, no podemos olvidar la complicación que nos supuso encadenar unas ideas con otras de una forma clara y fácilmente comprensible por ese lector que se acerca al reportaje en busca de una completa explicación sobre lo acontecido en la convención medioambiental.

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Twitter picture

You are commenting using your Twitter account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s

Create a website or blog at WordPress.com

Up ↑

%d bloggers like this: