Yván Silén
IvanElsa@aol.com
Nueva York, Estados Unidos de América
Estimado amigo:
No creo que la generación del “70” (Che Meléndez, Ramos Otero, Pedro Pietri, Néstor Barreto, Net Carlo, José Luis Vega, Angelamaría, López Adorno, e Yván Silén) seamos enemigos tuyos. Hay un problema de tiempo transcurrido, de tiempo creativo entre ustedes y nosotros que no puede ser eliminado con la guerra, con el resentimiento o con la mala fe, sino humanamente con el mejor de los diálogos. Por eso, cuando ignoras a los poetas más importantes de esta promoción (al no nombrarlos, por ejemplo) y prefieres tomar partido por Luis Rafael Sánchez y por Carmen Dolores Hernández, no sólo ignoras la lucha de nuestra generación contra el “panismo”, contra la mediocridad y contra el oportunismo literario, sino que te ubicas poéticamente en la más lamentable reacción. Por otro lado, yo sé que muchos de lo que ustedes llaman “innovación” no es otra cosa que una serie de “préstamos poéticos” de nuestra generación, que en muchas ocasiones pasan peligrosamente por el plagio poético más obvio. Hay escritoras, y no voy a mencionar sus nombre todavía, que saquean la poesía de los escritores del “70” para pasar como “innovadoras” desafortunadas de la promoción de ustedes. Siempre te he dicho a ti, a Alberto Martínez y a Ana María (en su coqueteo con Mario Alegre–o Mario Triste–) que es importante y es necesario que la promoción de ustedes se abra a un diálogo sincero y real con los escritores de nuestra “generación”. Así veremos, en lecturas abiertas, quién es quién. Pero con censurarnos, no sólo con no publicarnos en las revistas de ustedes, aunque Martínez haya publicado uno que otro poeta, no resuelven el problema poético de PR y, menos aún, el problema poético de Latinoamérica, a pesar de las editoriales cómplices.
No escriban como si nosotros no tuviéramos el poder de ripostarles, porque se llevarían muchas sorpresas, y porque antes de que ustedes fueran, nosotros ya éramos. La labor poética que nosotros hemos realizado es tan monumental, a pesar de la censura local, latinoamericana y española, que ustedes todavía no tienen una idea del tamaño de la misma. Espero que no lleguen a descubrirlo demasiado tarde. Por eso cuando tú te unes a críticos como Dolores Hernández no sólo t’estás uniendo a la pobreza misma de la crítica, sino a la mujer que ha estado censurando política y poéticamente a la generación del “70”. (Ya ves, una vez más, que el imperialismo cultural posee
muchas caras.) Creo que antes de disparar contra nosotros, que antes de arrojarnos al limbo político donde hemos sido y seguiremos siendo los “terroristas” de la cultura colonial (yo también poseo los nombres propios de los escritores de la miseria colonial de nuestra cultural), antes de cubrirnos con el silencio miserable de la pobreza de la fama que persiguen drogadicta y demokrátimente, es mejor averiguar qué ha sucedido en PR y fuera de él. Para terminar esta pequeña “Epístola a los Corintios”, debo recordarte que PUERTO RICO, a pesar de su SIDA colonial, de su verguenza óntica y de su miseria colonial, no es el barrio que tú le imputas. No es el barrio ni siquiera en la neblina de tu alma. Ese “barrio” que podría funcionar muy bien antilíricamente en un poema, no es lo mismo cuando se traslada a la prosa, porque cuando realizas el “traspaso”, hiede a esa imagen de censor que comienza a delinear tu figura y la de otros “críticos” y “poetas” puertorriqueños y latinoamericanos. Dime a quién citas y te diré quién eres.
Sin otro particular, el amigo-enemigo (o el enemigo-amigo) de todos ustedes,
Yván Silén,
Príncipe de San Juan
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